El central con el frutero más valioso del Reino Unido

Agosto de 2015 · Ideal

El central con el frutero más valioso del Reino Unido

Profesional. Es la palabra que mejor define a Carlos Cuéllar como deportista. Constante en el entrenamiento físico, metódico con la alimentación y cuidadoso en la recuperación física. Siempre ha sido así, de los que van el primero a desayunar y los que es complicado conseguir quedar a comer porque suelen hacerlo en la ciudad deportiva. Un café y una buena charla. Hace más de diez años que lo conocí, cuando jugaba en Osasuna e iba a disputar su primera final copera. Aquella la perdió ante el Betis, pero después ganaría dos con el Glasgow Rangers (Copa y la Copa de la Liga). En una de ellas tuvo que lucir una camiseta de portero durante la vuelta de honor porque había regalado la suya a un aficionado con la emoción. Así es Carlos, una persona muy especial, generoso y con un gran corazón. 

Fue allí, en Escocia, donde semanas después sucedió la anécdota que da el título a este artículo. Después de una campaña excepcional con Osasuna, que llegó a las semifinales de UEFA, los protestantes le ficharon por sólo 3,5 millones y brilló desde el primer día en las islas. El Rangers llegó a mayo con opción de ganar todos los títulos en juego, incluida la final de UEFA tras venir de la Champions, y fue elegido MVP de la Scottish Premier League, también por la asociación de la Prensa escocesa. Uno de los premios futbolísticos más antiguo del Reino Unido (ganado entre otros por Gordon Strachan, Paul Gascoigne, Henrik Larsson o Brian Laudrup) era, por vez primera en más de 80 años, para un central. Su poderoso juego aéreo, su facilidad para sacar la pelota jugada desde atrás y su velocidad (en su juventud hacía atletismo) le hicieron quedar por delante de otros jugadores como Steven Fletcher, que después fue su compañero en el Sunderland y con el que jugó en Wembley una de sus dos finales de la Copa de la Liga. El galardón se entregaba en el mejor hotel de la ciudad, un Hilton de cinco estrellas, con más de 600 invitados entre los que estaba lo más granado de la sociedad escocesa. La prensa extranjera no podía acceder al evento. “Hay dos noticias, una buena y otra mala. Puedes venir como invitado personal, pero tienes que vestir de etiqueta”, me explicó bromeando. 

Allí me presenté y entendí a las pocas horas la magnitud de la figura de Carlos en la ciudad, en la que Celtic y Rangers son mucho más que dos clubes. Dos ideas religiosas, dos maneras de vivir la vida. En aquellos momentos, ir con Carlos por la ciudad era como pasear por la capital de España con David Beckham, que estaba en el Real Madrid. No exagero, era el centro de las portadas por el interés de distintos clubes de la Premier. No podía dar un paso sin que alguien le pidiera un autógrafo o una foto. Con ese ambiente, llegamos al photocall donde había decenas de fotógrafos esperando. Accedimos a la sala privada en la que le hicieron las fotos pertinentes que la organización se encargaba de pasar a los medios y dedicadas a la revista de la asociación. Después de explicarle en un inglés con ese acento cerrado del lugar toda la historia del premio, se hizo un silencio señorial. Carlos guardó el galardón, con forma de bowl y asas. Y fue en ese momento, en el que yo le quería hacer ver lo que había conseguido tras lanzarse a la experiencia británica, en el que me dijo bromeando antes de subir al estrado: “Es ideal para la fruta de mi madre”. 

Tras guiñarme un ojo subió al estrado para dar las gracias en un inglés protocolario, alejado del bromista que suele usar con sus compañeros de equipo. Ha dejado huella en el Aston Villa, donde compartió vestuario con muchos de los actuales internacionales de Inglaterra en el mejor momento de los villanos en este siglo, Sunderland y Norwich City. En su último club apostó por la comida vegana, decisión que le ha ayudado a prepararse. A esa camilla de masaje que le acompaña desde hace años para las visitas de su masajista y osteópata de confianza, José Vilariño, se han unido ahora libros y documentales sobre la alimentación. Con ellos viajará ahora a una provincia en la que lloró amargamente cuando daba sus primeros pasos como profesional. Era el líder de la defensa de un Calahorra que se quedó sin ascenso a Segunda ante el Polideportivo Ejido. Aquel día, en el que el Numancia decidió contratarle, nunca hubiese pensado que en 2015 elegiría Almería por encima de otros destinos porque quiere repetir ascenso por segundo año consecutivo, después de que en Wembley lo hiciese con el Norwich. Y es que los retos no le asustan.

PD: Tuve la suerte de verle marcar goles de cabeza con Osasuna (en Champions), Aston Villa (al Manchester United) y Sunderland. Habrá que hacer una visita a Almería para ver si repite. 

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